Me veo sentada delante de la hoja de papel, rasgando su blanco silencio con la sangre de mi pluma. Escribo lo que pasa por mi mente, lugares fantásticos, historias de tiernos amores o uno de los relatos mas tristes que puedes leer. Aquí, en mi mundo de letras, no hay normas; crea, imagina, vuela, sueña, vive.
Mi mano cada vez escribe más rápido ¡No tiene control! No parará ahora. Noto como mis dedos se manchan con la tinta fresca, pero no me importa, sigo escribiendo todo lo que siento, lo que visualizo...lo que nunca digo y siempre callo. Y entre tantas letras me pregunto...¿Llegará algún día en que pare de escribir, que me quede sin ideas, así sin más? No lo se, solo se que pienso aprovechar hasta la última idea, hasta el último suspiro de mi mente, mientras ésta siga fantaseando mi mano no parará de escribir.
Nada ni nadie puede pararme, cada vez en la hoja hay menos espacio, está inundada de palabras, que se encadenan a otras formando frases, que se unen a otras frases creándo párrafos que pueden formar una historia maravillosa
Y ahora me sumerjo en el mundo que yo he creado, mi historia. Mi mente se pierde en un mundo de fantasía dónde dragones ardientes, brutos gigantes, vampiros sanguinarios, nigromantes malvados, bellas princesas, príncipes valientes, lobos solitarios, faunos músicos, hadas mágicas, bosques encantados, mares infinitos, reinos muy lejanos y demás son protagonistas; cada uno con su respectiva historia que no sería nada sin la historia de otro personaje.
De repente...¡Algo falla! Mi pluma no quiere seguir caminando...el papel no soporta mas palabras...mi mano pide descanso...Sintiéndolo mucho tendré que echar la llave a este pequeño (gran) mundo, esperando a que mi pluma tome fuerzas, el papel se despeje y mi mano descanse...y así, continuar más historias y empezar muchas otras.
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