miércoles, 11 de abril de 2012

No hay tinta.

Podría escribirte los más bellos versos de Bécquer o los más apasionados de Neruda.
Podría recitarte mil libros de poemas de amor, susurrarte al oído un centenar de estrofas.
Incluso podría intentar plasmar en el papel todo lo que siento.
Pero, amor, no creo que exista tinta suficiente en el mundo como para poder escribir todo lo que siento por ti.

Tu olor.

Está aquí, por todas partes. Cierro los ojos y lo busco. Es tu olor, tu dulce y adictivo olor.
Intento que no se vaya, pero poco a poco pierde intensidad.
No. No quiero que desaparezca, quiero que se quede en mi ropa y en mis manos, que permanezca conmigo. Quiero que se expanda y permanezca en mis sábanas.
Pero, aunque lucho por retenerlo, se pierde inevitablemente.
Te echo de menos.